Excluidos de la familia

Es indispensable abrir espacio para todos los miembros de la familia para que ninguno quede excluido y que más adelante algún descendiente no siga a esta persona excluida, experimentando otras experiencias de vida y no las de su antecesor, clamando ser reconocido dentro del sistema familiar.

 

 

Es importante que en una familia se tome en cuenta a las personas que han muerto, sobre todo si son muertes de jóvenes y que han sido olvidadas, poniendo especial énfasis en los hermanos… porque los que vienen detrás tienden a “seguirlos”, generando alguna enfermedad o estando propensos a los accidentes, esto se da en el contexto del “amor ciego” aquel que en su “buena consciencia” lo hace por amor al que se ha ido. Se observa en muchos casos cuando por ejemplo una persona tiene un anhelo por realizar algo y puede que no se posea ningún talento para ello pero una “fuerza sistémica” le empuja a lograr los sueños que otro miembro desaparecido no pudo cumplir. Así obra el amor… buscando equilibrio en las dinámicas familiares.

 

También se observa en los casos de personas alcohólicas o adictos a las drogas, donde algún miembro de la familia siente un dolor tan grande que prefiere estar “ausente” para no sentir ese dolor, o bien buscando infantilmente la muerte para salvar posiblemente al padre… por amor.

 

Los niños captan todos los mensajes de la energía familiar y por tanto crecen y adoptan tácitamente el lugar del excluido, comportándose inclusive sin saberlo como lo haría el anterior miembro de la familia., en consecuencia dejan de vivir su propia vida… para vivir la del miembro excluido.

 

El mayor problema de todo ser humano es no sentirse parte de “la vida”, por mantener pesadas cargas familiares que impiden su libre fluir hacia adelante y con estableciendo ordenes familiares que liberen de las tensiones creadas en el sistema familiar, puedes lograr sentirte conectado a la vida, al mundo y por ende a tu cuerpo… porque honras tu existencia y la agradeces dándole su lugar jerárquico a la vida en su  plenitud.

Escrito por Luz Rodríguez

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